Desempolvando entre mi amplia gama de recuerdos, el día de hoy mientras me ponía lápiz labial en el baño de mi trabajo, vino a mi mente un pequeño fragmento del pasado a primera instancia de mi niñez, surgiendo así una pregunta.
¿Por qué me maquillo?, principalmente para verme “aceptable”, tan simple es la respuesta que desde niña veía a mi madre poniéndose lápiz labial y quería ser igual de bonita que ella, jugar a ser adulta, sentirme guapa, bella y alguien con tanta sabiduría como mi madre en esos instantes, jugaba a pintarme los labios a crecer e imaginar cómo seria de mayor.
Hoy siendo adulta soy dependiente del maquillaje, adoro el
efecto de la sombra en mis ojos y el pintarme los labios de colores que
resalten con lo que visto. Me volví dependiente de una imagen construida desde
pequeña.
Me divierte y me agrada sentirme estéticamente aceptable. ¿Pero qué pasa cuando la verdadera yo no se maquilla? Termino por no salir, por sentirme incomoda, desnuda, descubierta ante los demás.
Me divierte y me agrada sentirme estéticamente aceptable. ¿Pero qué pasa cuando la verdadera yo no se maquilla? Termino por no salir, por sentirme incomoda, desnuda, descubierta ante los demás.
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